El Esequibo es Venezuela


Por Manuel De La Cruz

Uno de nuestros deberes como custodios temporales de la Patria, es proteger de manera íntegra su extensión territorial dado que no nos pertenece a nosotros, sino a los venezolanos que están por venir. El Esequibo es Venezuela.

La Patria para los antiguos era suelo sagrado, constituía el amado terruño donde reposaban los huesos de sus ancestros y las bendiciones de sus dioses. La tierra es el elemento tangible de un lazo espiritual, un vínculo entre nosotros, nuestros antecesores y las generaciones futuras.

En otrora, la fortaleza de todo Estado provenía de la coherencia entre los asuntos internos y su política exterior. Como capitán de un barco, el gobierno debía mantener el orden entre sus tripulantes a la vez que señalaba el rumbo de la embarcación.

Desafortunadamente la Venezuela contemporánea se asemeja a un buque a la deriva, ante la carencia de una conveniente dirección por parte de la tiranía, y la ausencia casi por completo de habitantes dispuestos a encarar su responsabilidad con la nación. La ausencia de un ideal verdaderamente nacional nos conduce estrepitosamente al naufragio, y hasta hay quienes prefieren hundir al barco o lanzarse al indómito mar.

Todo gobierno erigido por la mano del hombre sucumbe a la par de su creador, la vida humana es finita y sus organizaciones temporales. Sin embargo, aquello que se hace desde el espíritu es capaz de trascender entre generaciones. Por lo tanto, esté el gobierno que esté en el poder, sus acciones deberán someterse al interés general de la Patria, teniendo en cuenta no solo las necesidades inmediatas sino también las futuras.

Lo mismo aplica para los ciudadanos: tenemos la obligación moral de rectificar a nuestros gobernantes cuando sus obras son contraproducentes para los intereses nacionales.

Es por ello que los venezolanos debemos enarbolar como principal estandarte la defensa de nuestra Integridad Territorial, ante el abuso desmedido cometido por Guyana. La tierra hace al hombre nos recordó un poeta, y justo esa tierra hacedora de venezolanos está siendo pisoteada por el expansionismo británico y chino, mientras que los que secuestran al Estado guardan sepulcral y cómplice silencio.

Debemos acotar además, que la lucha por esta importantísima porción del territorio nacional tiene más de cien años.

En 1899 el funesto Laudo arbitral de París, el cuál ni siquiera contó con la participación de representantes verdaderamente venezolanos, desconoció nuestro derecho sobre los 159.542 kilómetros cuadrados que conforman el Esequibo, y se los adjudicó al Imperio británico, puesto que Guyana no era más que una colonia inglesa. Pese al ardid británico, los venezolanos de aquél entonces no silenciaron su indignación.

El 17 de febrero de 1966, Venezuela y Reino Unido firmaron el acuerdo de Ginebra, un documento de carácter transitorio que reconoce la disputa territorial y que apela a la diplomacia antes que la beligerancia para la resolución del conflicto. Es menester analizar con profundo detalle lo que aquí se planteó: el reconocimiento mundial de una pugna entre Venezuela y nada más y nada menos que la poderosísima corona británica.

La jugarreta anglosajona para mitigar su carácter expansionista fue la de proclamar como independiente, pero parte de la Commonwealth, a la Guyana Británica el 26 de mayo del mismo año. Es decir, para lavar sus manos e invertir los papeles de la negociación, el imperialismo británico forjó un Estado artificial que hoy conocemos como “República Cooperativa de Guayana”, pero que en términos geopolíticos podríamos calificar como parte de la esfera de influencia inglesa.

Guyana no es un Estado legítimo, se trata de un mero subterfugio geopolítico fraguado en Londres para perpetuar el dominio británico sobre el Esequibo.

Por lo tanto, quienes nos despojaron de nuestro Esequibo fueron aquellos que con la fuerza y el engaño ocuparon el Gibraltar español y las Malvinas Argentinas. No es Guyana solamente, no, es el Reino Unido quién está detrás de esta ofensa, es la misma corona británica que en 1895 pretendió tomar por la fuerza el este de Venezuela y que fue detenida por el valiente General Domingo Antonio Sifontes.

Como venezolanos e hispanoaméricanos somos herederos de una tradición heroica, el amor por la Libertad forma parte de nuestra idiosincrasia. Sin embargo, en ocasiones olvidamos lo que ello significa: la libertad de nuestra República es precisamente el no sometimiento al mandato extranjero. Siendo indolentes respecto lo que las demás naciones hagan con nuestro territorio, difícilmente podríamos repeler la instauración de una tiranía foránea.

Venezolanos, el Esequibo es nuestra Patria, sus habitantes comparten gentilicio con nosotros y merecen nuestro total y absoluto reconocimiento como ciudadanos de la República. Debemos interiorizar al Escudo Guayanés como extensión de nuestra tierra, como suelo destinado al florecimiento de la cultura venezolana.

Renunciar a nuestro territorio es renunciar a nuestra nacionalidad, es negar la gesta histórica de nuestros ancestros por la posibilidad de un futuro propio. No desfallezcamos ante los obstáculos temporales y los yugos nefastos, concentrémonos en defender con la razón o con la espada a nuestra amada Venezuela, y preservémosla íntegra como herencia para el porvenir.

Que el orbe entero sepa que el Esequibo es Venezuela, siendo nosotros los únicos garantes de tan gloriosa empresa.


Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar